Rafa Zerbino’s review published on Letterboxd:
2/13 películas a las que Tarantino le dedica un capítulo en Cinema Speculation.
Hay dos cosas que señala Tarantino en su libro que me parecen interesantes para mencionar acá.
El primero es una anécdota que nos cuenta en el primer capitulo, titulado El pequeño Q ve grandes películas, donde habla de sus primeras experiencias yendo al cine. En ella, habla sobre su percepción del las risas o los aplausos en las salas de cine, en este caso cuando tenía 8 años (1971). Su madre lo llevaba a ver películas que no eran aptas para un niño de su edad, y él, recordando aquél momento, nos cuenta qué cosas revelaba esas reacciones del público presente durante una función:
“A veces las risas ponían de manifiesto, en realidad, un lado desagradable del público.”
“En la pantalla, Scorpio (Andy Robinson), el sustituto en la película del Asesino del Zodiaco de la vida real, apuntaba desde una azotea hacia un parque de San Francisco con un rifle de largo alcance. En la mira del rifle de Scorpio aparecía un gay negro con un llamativo poncho morado. Lo memorable de ese cuadro vivo es la propia escena que vemos desarrollarse a través de la mira del rifle de Scorpio. El hombre del poncho morado ha quedado con un tipo de bigote negro, mezcla de vaquero y de hippy, idéntico al personaje de Dennis Hopper en Easy Rider. En la película, nos formamos una idea bastante clara de lo que está pasando.”
“Esa escena muda es, quizá, una de las representaciones de un cortejo entre gays menos sujetas a juicios morales que habían podido verse hasta entonces en una película de unos estudios de Hollywood. Sin embargo, al mismo tiempo, la observamos integramente a través de la mira del rifle de Scorpio, con la retícula puesta en el hombre del poncho morado. Pero, cuando yo era niño, ¿cómo supe que el tío del poncho morado era gay? Porque al menos cinco espectadores dijeron en voz alta y entre risas: «¡Ese es maricón!». Incluido Curt, mi padrastro. Y se rieron de sus payasadas, pese a que solo lo veían a través de la mira de un asesino despiadado, mientras, en la banda sonora, acompaña las imágenes la inquietante música de Lalo Schifrin «asesino tiene una víctima en la mira». Pero yo sentí algo más en aquel cine lleno de personas mayores. A diferencia de lo que ocurría con otras víctimas de la película, en realidad no tuve la sensación de que a los espectadores adultos les preocupara mucho el hombre del poncho morado. De hecho, me atrevería a decir que unos cuantos incluso se pusieron del lado de Scorpio animándolo a disparar.”
Esta anécdota adquiere un sentido más amplio si lo conectamos con el tercer capítulo, que Tarantino dedica enteramente a Dirty Harry. En él, analiza el contexto histórico en el que se estrenó esta película:
“… lo que hacía de Dirty Harry un filme político no era solo su devaneo cinematográfico con lo que Roger Ebert describió como «una postura moral fascista». Era la forma en que Siegel confeccionó la película a la medida del público al que iba dirigida: estadounidenses frustrados de cierta edad que, en 1971 -cuando miraban por las ventanillas de sus coches, y leían los diarios, y veían los noticiarios en la televisión-, ya no reconocían a su país. Una de las consignas más inolvidables de una película moderna de esa época era la que enunciaba Dennis Hopper en Easy Rider: «Un hombre fue en busca de América, y no pudo encontrarla en ningún lado».
“Lo que Richard Nixon llamó la «mayoría silenciosa» estaba asustada. Asustada de una América que no reconocía y de una sociedad que no entendía. La cultura juvenil estaba relevando a la cultura popular.”
“Hippies, grupos de activistas del Black Power, sectas homicidas que lavaban el cerebro a los chicos de las zonas residenciales para que consumieran ácidos y se sublevaran y mataran a sus padres, jóvenes (hijos de veteranos) que quemaban sus cartillas de reclutamiento o huían a Canadá, tus propios hijos llamando «cerdos» a los policías, delincuencia callejera violenta, la aparición del fenómeno de los asesinatos en serie, la cultura de las drogas, el amor libre, el destape y la violencia y la irreverencia en el cine del Nuevo Hollywood, Woodstock, Altamont, Stonewall, Cielo Drive. A muchos estadounidenses ese mosaico les metía el miedo en el cuerpo. Ese era el público al que iba dirigida Dirty Harry.”
“A muchos estadounidenses blancos de cierta edad les daban más miedo los activistas negros coléricos que la «Familia» Manson, el Asesino del Zodiaco y el Estrangulador de Boston juntos. Los hippies los indignaban. Porque los hippies eran hijos suyos, y sus hijos los indignaban.”
“Si bien Dirty Harry no es una película racista, ni la película fascista que en su día denunciaban sus detractores, sí es reaccionaria. Agresivamente reaccionaria. Y promueve un punto de vista reaccionario, a veces como subtexto y otras como texto. Porque los espectadores a los que la película pretendía entusiasmar tenían una visión de la sociedad, en rápido cambio, que los rodeaba rayana en el «shock del futuro». Dirty Harry dio voz a sus miedos, les dijo que tenían razón al pensar de ese modo y les ofreció un héroe de calibre 44 que luchara por ellos.”
Traigo esto simplemente porque me parece curioso, o hasta gracioso, como Dirty Harry genera una reacción que deja en evidencia una clara dualidad en los espectadores de aquella época. Si bien, la mayoría del tiempo, el público se ponía del lado de Harry (el policía que venía a salvarlos de ese terror colectivo provocado por la aparición de asesinos en serie como el Zodíaco), en otros momentos ese mismo público se inclinaba por el antagonista, cuando este iba tras víctimas que encarnaban un miedo aún mayor que el de un asesino en serie (el miedo a un cambio social). La película es claramente reaccionaria, pero curiosamente termina complaciendo a todos por igual.
Dirty Harry fue el paso de los westerns al cine policial en los 70s, convirtiéndose en una de las películas más imitadas en la historia del género. Fincher le tiene que agradecer todos los días a Siegel por ser el responsable de que la mitad de sus películas existan.